La cosmogonía del grupo en algunos casos queda reflejada en los huipiles de lujo de las mujeres chinantecas. En los bordados se registra el origen mítico, la historia y la trayectoria de una familia o de un pueblo. Por otra parte, es común que la historia se transmita a través de la tradición oral. Aún cuando los chinantecos están influidos por la cultura nacional, conservan prácticas y creencias propias. Su concepción del mundo es la de una totalidad integrada por elementos que se oponen y complementan. Así, el mito del sol y la luna explica la oposición de dos mundos que
cristalizan en el día y la noche, y diferencian lo humano de lo animal, así como lo bueno de lo malo. De esta manera, el conocimiento lleva la dualidad como base: el alma y el cuerpo son diferentes, la primera reside en el corazón, y luego de la muerte es transportada al otro lado de los mares por un gran perro negro o por una araña. Los seres sobrenaturales que rodean al pueblo chinanteco pueden ser positivos o negativos. Unos causan males y los otros son protectores, para esto se valen de personas (brujos o curanderos). Los patrones de clarificación del entorno chinanteco son una muestra de su cosmovisión que sigue conservando nombres de lugares, designaciones de elementos naturales, dueños de la naturaleza, etcétera. Las mayordomías continúan vigentes en la mayoría de los pueblos de la Chinantla.
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